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martes, 9 de diciembre de 2014

ENTRE ARENALES Y ROCAS.

Existian dos estados en la península, Arabica: Yemen del Norte y Yemen del Sur. Yemen, es un país que no se parece a ningún otro y  uno de los que mejor permiten, conocer la idiosincrasia del mundo árabe. Su arquitectura muestra un estilo inconfundible , sus agrestes  paisajes  sus cadenas de montañas,  la calles  y mercados  de sus ciudades, conservan ese sabor oriental  , de lo que ha sido llamado por los antiguos, la Arabia Feliz , “por el verdor de sus montanas y  la feracidad de sus valles. Sacudido por cruentas batallas e insurrecciones populares llevadas a cabo por grupos independentistas, durante muchos años,  al fin se unieron ambos territorios, en un solo país, la República Democrática de Yemen.
Mi viaje a Yemen del Sur, se realizo en  septiembre del año 1980, como profesor de Psiquiatría y Psicología Medica para impartir clases en la  la Universidad de Adén  El Jefe de la delegación  nos recibió el aeropuerto después de casi dos días de viaje. Hubo que hacer primero una escala en Moscú y después otra en Egipto, para poder reabastecer la nave  de  combustible. El aeropuerto, estaba, tomado militarmente y durante más de una hora permanecimos, en el avión con un calor sofocante, pesando que era lo más parecido al infierno. La  aeromoza nos sirvió una taza de té, que nos reconfortó porque esta bebida además de energética tiene el poder de estimular nuestro fatigado organismo, evitando  así  la deshidratación. Caminamos un o poco por los pasillos de avión, aliviando de esta forma el  dolor de las piernas y las estimulamos con un ligero masaje aplicado  a nuestros músculos.De repente entraron dos militares a la nave buscando algo. Registraron uno por uno todos los asientos y finamente bajaron esposado  a uno de los pasajeros. Después del registro, despegamos y desde la ventanilla, pudimos ver el Mar Rojo, nombrado  así por la cantidad de cyanobactereiam, que posee, cerca de la superficie de sus aguas  y  le dan ese color inconfundible.
Antes de aterrizar, divisamos una cadena montañosa  cuyas cúspides,estaban erizadas por unas enormes  cadenas de rocas, tan afiladas como  las yambas (puñales  curvos), que portan en  la cintura los habitantes de esta región. 
Nuestra delegación estaba compuesta por 23 profesores, que cubrían todas las especialidades de los siete años, de la carrera. Nos instalaron en la” Casa Verde “, situada en una zona de embajadas, a cien metros de la residencia del embajador cubano.Era esta zona, una de las más elegantes de Adén, antiguo barrio donde vivían los ingleses y la las familia más acaudaladas del país.
Además de las clases que teníamos  programadas,despues de terminadas estas,el se hacia tedioso y largo, y un nostálgico aburrimiento se apoderaba de  mi mente, como un fantasma que arrastra  su larga  cola  entre las arenales que rodeaban la casa.
Descubrí, en mis paseos de la tarde, dos lugares los que llamaron poderosamente mi atención. A  menos de  tres cuadras de nuestra residencia,  caminando por  un estrecho callejón , llegue hasta una playa y vi la orilla del mar ,eran la cálidas  aguas del Océano Indico, que bañan las costas del litoral  sur de Adén. El otro sitio que había para recrease, era un cine donde proyectaban  muchos filmes Hindúes. Este era un típico edificio de dos plantas, más viejo que Mahoma, deslucido y sin  techo, maloliente, y donde las entradas costaban más caras en el segundo balcón que la platea.Mas tarde nos enteramos, de la poderosa razón para la diferencia de precios y  ya estaba listo para vivir toda una nueva experiencia. Todo lo que estaba sucediendo  seria  parte  de una extraordinaria aventura, que difícilmente se repetiría. Las imágenes  tienen una especie de autenticidad  primitiva jamás conocidas y cuando regresaba de tan trascendentales paseos,  observe en una ocasión a un grupo de hombres, tomando  cervezas, cosa, que tenía entendido estaba prohibido por las leyes del país; por su apariencia y forma de andar,  estaban bastante  alcoholizados y alguno de ellos orinaban en las botellas vacías, que después con un gesto de pelotero recién entrenado, lanzaban contra la pared de un costado  del cine. Ése mismo día mientras cenábamos en la “Casa Verde”, un asado y unas sensacionales chuletas de carnero, le conté al jefe de la delegación, lo que había visto. Pero aun estaba muy lejos de saber, las cosas que más tarde conocería acerca de este país. Un día, recibimos una llamada por teléfono, donde solicitaban la presencia  de un especialista  un  Obstetra para asistir a una mujer próxima a dar a luz. Acompañe a mi amigo especialista, al hospital  Materno  Infantil, para que  atendiera  a una  paciente, le explique a mi compañero, durante el trayecto  que poseí alguna experiencia sobre partos, adquirida durante  mi estancia en  Chicago.
Entramos al hospital, subimos hasta el  segundo piso, y en una habitación cercana al ascensor se encontraba la paciente. Él especialista la reconoció y cual sería nuestra  gran sorpresa, al conocer que lo que tenia era un pseudoembarazo, conocido como histérico. Evidentemente  había visto antes  otros  casos de pseudociesis, pero este me pareció de un  dolor inimaginable . La enferma solo hablaba, hablaba y hablaba  temerosa, de la posibilidad, de que su esposo la abandonara, por no haberle dado un hijo y con lágrimas que corrían por su cara de adolescente, supimos de la inmensa amargura que tenia esta infeliz criatura. -Me ha gano  más el  dolor  que sentí, que por lo  que vi. Pudimos leer en su historia clínica que se llamaba  Amira, que significa: princesa, soberana, líder .Finalmente su esposo la abandono.
Dejamos atrás el hospital y de nuevo regresamos a la” Casa Verde”. No podía conciliar el sueño .Salte de la cama, aparte el mosquitero y  poniéndome las chanclas, salí a la azotea de la casa. Un manto de estrella cubría el cielo y una fresca brisa qué venia del mar, acariciaba mi espíritu .No se me borraba de la mente el rostro ovalado de la joven  que deje en el hospital, con sus dos largas trenzas negras, la frente despejada, cejas pobladas  pero bien dibujadas.Estaba perdido, en medio de una tormenta de ideas repetidas una y mil veces como naipes de una gran baraja volando por los aires. Me saco de mi profundo estado semiinconsciente, unas voces en forma de algarabía, con un sonido muy peculiar, hecho con la lengua típico de las mujeres de esta región, que  se escuchaba  en la  casa colindante a la nuestra; donde se estaba celebrando una fiesta, a la futura esposa del vecino, parecida a una especie de despedida de soltera y qué además se animaba con cantos y  danzas. Cómo un “voyeur” solitario mis ojos, alcanzaron a ver, a una bellísima mujer, que bailaba envuelta en  un largo  velo azul, de este magistral hallazgo, me retire a dormir.
Me levante torpe y con pesados pasos, me dirige  a la cocina para tomar un poco de café. Allí me encontre a Ahmed, el cocinero árabe dándose “violín” a los dedos de su pies.Nada le dije y nada se oyó, solamente tome una taza y me serví  un poco del café recién  colado. Era sábado, y se preparaban los bocadillos, con diferentes tipos de pastas, para ir a la playa y ahogar en sus aguas, el cansancio de toda la semana. Sé espabilo  la mañana y los primeros rayos de sol se colaron a través de los cristales de las ventanas de la casa, llenado la misma con una energía radiante. Luego, uno a uno, fueron llegando  los diferentes profesores procedentes de otras viviendas para la excursión del sábado. Fernando había llenado los carros de combustible, comprobado el aire de las  llantas y midio el aceite del motor, mientras que Mario  preparaba las neveras con abundante hielo, dónde poníamos las cervezas y refrescos.  Teníamos un pase especial, para bañarnos en la “Playa de Los Ingleses”, que era uno de los mejores lugares y con un elegante club, que dejaron abandonado, después de haber perdido la guerra. Pero no todos tenían acceso a ella y algunos extranjeros pedían permiso para poder acercase al mar. Nos sorprendimos cuando en el extremo izquierdo de la cerca del balneario, habían roto las vallas de malla y cortado alambres de púas, y  a través de sus huecos se colaban algunos jóvenes y mujeres con niños pequeños en los brazos
Las mujeres yemenitas, entran al mar con burca, sayas y  velos, porque no pueden exhibir ninguna parte  del cuerpo, según  las normas escritas y cuando lo hacen, es solamente para refrescar a los niños del ardiente clima, muy por el contrario  de las mujeres de otros continentes. En esa época ya se comenzaron a usar los  bikinis y muchas europeas lo adoptaron como la prenda femenina por excelencia para bañarse. Me  sorprendido cuando vi, a unos jóvenes adolescentes, que  disfrutaban del sol y del mar metidos en el agua, pero que no  tenían realmente esa sola intención, sino que además, se masturbaban excitados, por la presencias  de las extranjeras, que se soleaban en la arena.
Cuando  atardecía, recogimos nuestras pertenencias y nos marchamos, relajados después de tan buen paseo.  Estas actividades disminuyen el estrés y el baño de mar, tonifica los músculos, de una manera increíble. La tarde mostraba sus mejores galas en un cielo azul, que se iba acentuando con pinceladas de color naranja como una novia que se maquilla con tonalidades de fiestas;  tal como lo muestran, los famosos paisajes de muchos artistas cubanos, especialmente los de, Juan A. Díaz, en muchas de sus obras. Los atardeceres  se transparentan, tras los juegos de colores que adquieren cuando el sol les da un tamiz especial.
 Pasando de regreso frente al cine, notamos una inmensa cola para adquirir los tiques y poder ver una película que anunciaban como “pornográfica” y nos mordió la curiosidad para conocer de qué se trataba. Sé exhibiría a partir de la próxima semana y con el dueño de este lugar, pudimos comprar varias entradas. Por supuesto para el segundo balcón porque se nos había informado por otros amigos que conocían el lugar el peligro de sentarse en la lunetarío, donde eran frecuentes que  tiraran, latas, botella  chancletas y hasta asquerosa micciones coprologicas, cuando se enardecían  los  espectadores por lo visto en la pantalla o no le gustaba lo que habian visto.
Llego el día en que se iba a exhibir  la tan anunciada  película, nos sentamos en las últimas butacas, listos para verla. O cortaron las escenas que tenían un contenido sexual a la famosa y tan anunciada película o todo resulto ser un cuento para ganar más dinero, lo cierto fue que por un milagro divino,pudimos abandonar ese lugar sanos y salvos mientras que, los asistentes totalmente frustrados después de lanzar innumerables objetos hacia la pantalla, formaron una hoguera frente al cine, amenazando que lo iban a quemar. Ya nos alejábamos ese  lugar, cuando sentimos  que acudían los bomberos.Despues no supimos mas nada de lo que ocurrio
Semana nueva y día de trabajo nuevo.Nos dirigimos a la escuela de medicina de Adén, donde impartíamos clases de  Psicología Medica en elprimer trimestre dos veces a la semana, en el horario de la mañana y  por la tarde, las de Psiquitria, en el primero y segundo trimestre.Los alumnos todos eran  muy  buenos, inteligentes  y respetuosos. Fuimos invitados por ellos, a diferentes actividades culturales y en ocasiones a cenar con la familia. Con algunos de ellos, que nos servían como traductores fuimos a conocer el zoco  yemenita. Este tipo de  mercado se ubica  generalmente en  una plaza, donde además de tiendas, brindan diferentes servicios como corte de cabellos, limpieza de autos y ademas otras tiendas de viveres y comestibles para las compras de la semana.Nos llamo poderosamente la atención  la venta de unas hojas llamadas qat muy solicitadas por los habitantes de esta región.
Conviene explicar antes de continuar nuestro relato, que el qat  es la droga nacional de los yemenitas, porque estar prohibido el alcohol y es consumido todos los días  por todas las capas sociales; este se activa cuando es mascado  en forma prolongada, proporcionando un extra de energía y bienestar. Envolverse en diferentes ensoñaciones hace revivir  episodios felices de días pasados.
-Qat, sublime locura, que  cuando te masco me das. Sueños, ideas, ¡hermosura! Y bendiciones de Ala.   
   Las  montañas, que rodean  al Valle del Hadhramaut, tienen enormes rocas y en algunas de ellas , están las casas más típicas que  pueden encontrarse  en este  país, construidas con piedras y ladillos, y cimentadas a veces  de formas inverosímiles ,sobre las mas accidentadas escarpaduras  y con una altura de tres  a cinco pisos, mientras que en la  planicie de la  Tihana o en el valle del Hadhramaut  las casas son de de hasta ochos pisos de altura, verdaderos rascacielos de barro.  El último piso de  estas torres  suelen tener una amplia sala  provista con alfombras, divanes y almohadones, para tomar cómodamente el  té o compartir un manojo de qat y desde cuyas ventanas decoradas con vidrieras de cristales multicolores,  el astro solar filtra luminosos rayos, brindándole a estos salones, una belleza y calidez extraordinaria,mientras  se disfruta de una fresca brisa en las tardes hadhramautdrianas del valle.
Regularmente Fernando salía los viernes a los zocos a comprar las verduras fresca y las carnes de la semana y  ese día me invito para que lo acompañara. Caminamos entre la multitud buscando el mejor lugar para comprar los alimentos,de una lista previamente hecha. Me detuve frente a una vidriera donde se vendían  alhajas, todo confeccionado con oro de 18K y piedras preciosas. Entramos y nos atendió una hermosa muchacha, qué por su singular belleza me recordó  mucho a Amira. Sus cabellos finos y delgados  poseían la textura de la seda. Me quede impresionado, pero más tarde recobre la calma mientras sacaba del bolsillo una cadena de oro que se me había partido, el día que fui a la playa de los ingleses. Le pregunte, si podían arreglame la cadena y su repuesta fue positiva.
-Estará lista la semana próxima-, respondió con gran dulzura.
¿Y cómo fue que consiguió este puesto?-le pregunte.
-Sencillamente, un día paseando, por el zoco, encontré un cartel en una tienda donde solicitaban a una empleada, para tender a las clientas, me presente y obtuve la plaza-.
Tome una tarjeta del lugar y vi escrita en la misma, el nombre de la tienda  y del dueño, teléfono, y  dirección del lugar. Yuren (que, significa iluminado por Dios), se nombraba el dueño de ese lugar, y vagamente me recordé de uno de mis alumnos que tenían parecido muy grande con él. Guardé cuidadosamente la tarjeta en mi billetera, esperando el día en que tenia que recoger la cadena. Espere hasta el viernes para buscar la prenda, pero  antes, hice una llamada telefónica y el propio dueño  me informo, que podía pasar a recogerla
Por la televisión nos enteramos de la muerte del presidente egipcio, Awar el Sadat, asesinado  durante un desfile militar por soldados miembros de la resistencia musulmana integrista y asocie este hecho con el recuerdo, del aeropuerto  del Cairo que estaba militarizado, cuando hicimos escala en el viaje a Yemen del Sur.
La sangre no llego al rio y en Adén, continuo la vida al parecer, igual para los que estábamos cooperando  con la Escuela de Medicina. Los estudiantes seguían asistiendo a los cursos regulares, con sus termos de té y algunas golosinas que comían en los intervalos de las clases. En uno de esos intermedios puede hablar con Naim (que significa el que está satisfecho), y  le pregunté si tenía un hermano, que era dueño de una joyería. – Si, y somos gemelos-. Me conto que tenía una novia, con la que quería contraer matrimonio, de origen muy humilde, pero su familia pretendía desposarlo con otra, de una clase social más elevada y rica. Planeaban escaparse y para lograrlo, necesitaba que una hermana, casada con un norteamericano lo reclamara y  le pagara el viaje para  continuar en ese país la carrera. Al final de curso lograron escapar.
Recogí la cadena, el día señalado, salude a la manera árabe a Yuren, “Salam Alecumn”  y él me respondió,”Alecum Salam”, después con un fuerte apretón de mano, nos despedimos. A pesar de ser árabe era muy liberal y poco ortodoxo para llevar las normas religiosas al pie de la letra.
Cerca de la casa, donde residíamos, había una mezquita y antes de salir el sol se escuchaba por medio de sus altavoces los versos  del Corán, y postrados sobre unas alfombras, los yemenitas, oraban  a Ala. Para 1,800 millones de personas, es la palabra de Dios, que ha maravillado a  todo tipo de intelectuales.
Una tarde me dirigí al mar, y desde la orilla, pude contemplar la caída de la tarde cuando  el sol se oculta en el horizonte. Una inmensa bola de fuego, fue hundiéndose lentamente en las pacificas aguas del Océano Indico, tiñéndolo  con un color, de fuego. Cerré los ojos y me voltee, dándole la espalda  a tan singular espectáculo, que ha quedado grabado en mi menoría, como cuando se cincela en una piedra, un mensaje, para que dure una eternidad. 
Terminada nuestra misión en Yemen, regresamos a nuestro país. Y mi a  gran amigo, el  Obstetra le deje el Corán, con la promesa de devolverlo. Pasaron veinticuatro meses y nos encontramos un día en Cuba, una tarde soleada de diciembre .Disfrutamos  un café y me entrego  un telegrama procedente de Inglaterra a la casa Verde y que no recogí, porque ya me había marchado.
Decía así: Ala es misericordioso. Somos sumamente felices.  Nos casamos y vamos a adoptar un niño. Amira y Naim.

  

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