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martes, 17 de junio de 2014

NOS VOLVEREMOS A VER.

 
Se quedo pensando largo rato, en lo que tenía que hacer para no fracasar porque en ello le iba la vida. Mientras  lo hacía,  un penetrante olor a salitre  que impregnaba su mucosa que provenía del  mar. Miró al cielo y pudo ver la luna  entre las brumas de la noche, que como una doncella virgen que  escondía su desnudez, de las estrellas que la observaba y de pronto, se acordó de su padre por un momento antes de regresar a la casa donde lo esperaba su madre. Durante  ese breve espacio  de tiempo, se quedo unos minutos pensando que seria de la vida de ese desgraciado. Se detuvo un momento, para mirar nuevamente al cielo y vio  cómo la noche se hacía más oscura, sobre todo por la amenaza de lluvia que habían pronosticado por la televisión. Era el mes de Octubre y durante todos esos días el número de  ciclones  que atraviesan la isla se hacía más eminente. No solo era la lluvia, si no también las fuertes ráfagas de aire  que acompañaban al mal tiempo. Un nuevo pensamiento  surgió  en su mente, acerca  del padre que había abandonado el hogar hacia muchos años.
-¿Qué será de su vida, dónde estará viviendo?-.
 Como una constante pesadilla que martillaba sus pensamientos, la imagen del inolvidable padre, aparecía a cada momento. Recordaba que  siendo un niño lo dejo como si fuera un muñeco, tirado a un cajón y se perdió como un delincuente que huye  para no ser atrapado por la justicia. Se sorprendió al revivir aquellos días, que fueron  tan terribles, cuando estuvo a su lado. Sé  sentó en el banco situado   frente a la casa  tratando de  recordar, los días de su infancia. Un aire caliente lo abrazaba y solo la brisa que provenía del mar, lo refresco un poco. Decidió entonces  ir a la casa y tomar un baño. Mañana temprano tenía que ir visitar a Pedro, para ver lo que faltaba, para terminar el bote, que habían comenzado construir, hacia algunos meses. Los materiales escaseaban  y  si los sorprendían podrían ir a parar a la cárcel.
La playa de Jaimanitas, fue el lugar escogido para construir la embarcación  porque era el sitio más seguro que otros lugares que había visitado antes; dado  la cantidad de arboles de uvas caletas  que tenía, además de inmensos manglares. Mientras hablaba con Pedro, de nuevo su mente regreso a la infancia. Ésta vez las ideas eran más claras como iluminadas por una energía extraña, que salía de su cerebro. Las sentía palpitar más frescas ahora, mejor que antes. Había celebrado con sus amigos del “Baseball”,  su recién  cumpleaños y de pronto como un relámpago que cruza el cielo, regresó al pasado.  
-Enrique, por favor, levántate son casi las seis y media y  tienes que ir a la escuela.-  ahora te voy a prepara el desayuno mientras te bañas.
 Era la voz dulce de su madre que todos los días, para despertarlo, le daba un cálido beso y con hacendosa devoción, le hacia el desayuno. Le sirvió el café con leche y cuatro galleticas, que quedaban en el fondo de la lata donde las guardaban, eran las últimas de la escasa cuota, que  daban por la libreta de abastecimientos. Después de vestirse y ponerse la pañoleta, tomo la mochila que le había  regalado su madrina; caminando  despacio, contando los pasos y barriendo con sus pies, los gajos del pino, que  el viento, la noche anterior, arranco, con saña del árbol sembrado por su padre frente a la casa.
-No importa, se dijo para sí mismo,-  nacerán otros nuevos.
Se apuro un poco, para no llegar tarde y a tiempo a la escuela, para jurar de la bandera, que se hacía  en el patio  frente al portal. Con cuidado se coloco en la fila del primer grado, ordenada por tamaño junto a sus compañeros, y escuchar las acordes del Himno Nacional,  haciendo el juramento de todos los días. -”Pioneros por el comunismo seremos como el Che “- .Siendo uno de los mas pequeños del grupo en la fila,  siempre lo ponían entre los primeros .Era obligatorio para todos los pioneros, recitar estas estrofas dedicadas a uno de los mayores  responsable, del fusilamientos de los prisioneros, dé guerra y “gusanos”, que tenian presos en la  Fortaleza de la Cabaña.
-Ven dame tu manita –, le dijo su maestra Sofía, vamos a entrar a clase.
La maestra era una mujer, de alrededor de 50 años, casada, muy bondadosa con los niños. Poseía una buena educación y tocaba excelentemente bien el piano, ya que todas las maestras de kindergarten, tenían que hacerlo, para poder ocupar esa plaza. No era muy agraciada, pero poseía una ternura inmensa. que hacía posible, que todos los  niños la adoraran. Les contaba cuentos, le leía libros y poco a poco fueron aprendiendo sus primeras letras, acompañadas de las ilusiones infantiles de estos pequeños.
Enrique siempre decía, que su mejor amigo era Pedro, huérfano de padre y madre, los cuales murieron en un accidente automovilístico, cuando apenas tenía dos años. Mercedes, que así se llamaba, esta buena señora, se hizo cargo de criar y educar al niño, era una devota cristiana, solterona con un alma repleta de amor, que supo inculcarselo  desde muy temprano, a su nuevo hijo. Gustaba, oír las noticias  por el radio al mediodía, porque era la única forma de saber, todo los que estaba pasando en esos momentos, en la atribulada  Isla; ya que  la televisión se había roto, después de una terrible descarga eléctrica, producida  por un rayo que cayó cerca de su casa en la Playa de Santa Fe.
-Oye Pedro, tenemos que apurarnos, mira como están pasando los días y pronto van a venir los ciclones-le decía Enrique preocupado.
Siendo de noche y agotado despues de trabajar con su amigo por mas de diez horas diarias en la construccion del barco regresaba a la casa caminando por la arena de la playa.Eran ya muchos los dias que estaban trabajando, en la confeccion del bote.De nuevo la imagen del padre regreso a su mente pero en esta ocacion, solo alcanzo a recordar los pocos dias de angustia que este le dejo cuando lo abandono
Lo esperaban su madre y su abuela con una cena, que  Enrique agradeció con un fuerte abrazo a la viejita adorada.
-Oye cariño mira que tú me quieres, le dijo la abuela- Ahora dale otro igual a tu madre.
La playa amaneció llena de niños con sus padres, que huían de los calurosos días tropicales  que estaban haciendo. Dos de ellos, con sus cubitos y palitas iban construyendo un castillo de arena al que finamente le colocaron una  banderita para guardar sus ilusiones dentro del. Cerca del mediodía, se acostaron debajo de los árboles para descansar. Enrique los observaba y una sana envidia, que nunca antes había tenido le mordió el alma.
Su madre lo había educado, para que fuera además de un buen estudiante, un gran pelotero, porque desde niño había manifestado, gran interés por este deporte.A su salida de la escuela y todos los fines de semana se dirigían al terreno  de pelota, para practicar.
Llego el día que partirían. Pedro, Enrique, su madre y su hermana María, se dirigieron a la playa de Jaimanitas, para montarse en el bote que  guardaban  entre los matorrales de la costa, en una localidad de terreno bajo, junto al río. La zona es poco, visitada por la cantidad  de mosquitos que tiene y lagunares llenos de insectos, pero, nada de eso importaba, frente a los poderosos deseos de escapar. Era el tercer intento que hacía. Caminaban de prisa cargados con algunas provisiones que habían podido reunir durante varias semanas para el viaje.
Los minutos  parecían  horas, las horas días, y los días semanas,  apuraban mas los pasos, tratando de llegar al bote, una fina lluvia  mojaban sus cuerpos, refrescándolos del cálido verano.Por fin llego el día de la partida.
-¡Ay, se me viro el pie!, exclamó, María - que  te sucedió, dijo Enrique-.
María era dos años mayor que Enrique, estudió música y  ballet, una joven de ojos negros como el azabache y cabellos ligeramente ondulados. Delgada como una modelo, siempre estuvo enamorada de Pedro pero nunca se atrevió a confesárselo.
Pedro la cargo, mientras  Enrique, se internaba en los manglares seguido por su madre, sintiendo palpitar su corazón de una manera tan fuerte que llego a pensar que se le iba a parar en un momento. Alzó, su mirada al cielo y pudo comprobar, cómo la luna se ocultaba. La noche se hizo más oscura, y una idea corrió por su mente,- esto es lo mejor para escapar-. Un leve ruido cerca, le heló la sangre, pensando  que era la ronda de milicianos que patrullaban la costa y estaban cerca de ellos. Se detuvieron, quedándose todos en un profundo silencio que cortaba como una fina y afilada navaja, el aire caliente y sofocante de la  noche. Por suerte, era un perro que buscaba las sobras de comidas, que habían dejado lo bañistas en la playa. Llegaron al bote, primero colocaron a María, que  tenía mucho dolor en el pie que se había torcido. Pedro, la acomodo en la parte trasera del bote, para luego indicarle a los demás, donde sentase y de esa forma poder balancear mejor el peso, dentro de la frágil embarcación.  Fueron subiendo  con cuidado y finalmente Pedro se incorporo,  saliendo al mar rumbo al norte.
Navegaron ,tres días con sus noches y pensaron que no llegarían nunca, las provisiones se estaban agotando y a María, se le había comenzado a hinchar un poco el pie, pero no le dolía tanto, gracias a unas tabletas que había tomado que le dio su madre.Lo más terrible era que la cantidad de agua que llevaron ,había disminuido mucho. En una vasija plástica pudieron recoger un poco de agua de lluvia, que  cayó,  el día anterior. Un golpe sordo se escucho por un costado del bote, y todos se asomaron para saber porque se había producido ese ruido, en la frágil barcaza.Efectivamente estaban rodeados de tiburones, esos terribles escualos se habían acercado a la embarcación dispuestos a tener un gran festín. Los dientes de estas especies, son tan afilados que parecen que el diablo, lo hizo así, para que disfruten, satanicamente de sus presas. La embarcación continuaba su rumbo y lograron alejarse de ello gracias unos delfines que aparecieron.
 Pedro, saco del bolsillo una brújula, que le había regalado  Mercedes, cuando jovencito y  quiso enrolarse en la marina mercante, soñando que iba a  recorrer el mundo. Era de su padre, un gran navegante y pescador de los más celebres, que  había conocido, Jaimanitas.
-Si, efectivamente vamos hacia el norte, exclamó con alegría-.
 Después que amaneció, el mar estaba  más calmado, que los días anteriores y  pudieron comer algo de lo que habían preparado  para el viaje.el hambre los devoraba. Entre dos pedazos de pan, untaron una pasta de huevos duros que había cocinado su madre pensando en la travesía.-! Le supo a gloria!-.
-Ves vieja, tenias razón al cocinar los huevos- , exclamó  Enrique.
Por suerte, después de haber comido  y pasado el susto por los tiburones, se aliviaron los nervios debido a la estresante situacion por la que pasaron. Enrique saco una filarmónica y comenzó a tocar una linda melodía, no había finalizado la pieza cuando de repente, Olga cayó al mar.  Sin pensarlo  mucho, Enrique se tiro al agua  y pudo salvarla .Cual sería su asombro, cuando  al  verla, de nuevo en el bote,  se  sorprendió,  al reconocer, que era su madre,  Lloro de felicidad, mientras todos la abrazaron.Pedro, entonces, hizo la explicación siguiente:- esto sucede debido a repentinas corrientes de agua, que surgen en los mares y  océanos, haciendo  que muchas embarcaciones zozobren-. Pasado el susto, se  cubrieron las cabezas para así aliviar  el calor que sentían. Su madre beso, la medallita de la Caridad del Cobre que tenia colgada al cuello y dio las gracias a la virgen. Comenzó a divisar algo muy lejano, como si fuera tierra.
-Virgen será verdad lo que estoy viendo?-se dijo.
Toco a Enrique y luego llamo a Pedro, tratando de estar segura, de que no estaba viendo  visiones. Pero no, lejos se alcanzaba a divisar como unas sombras, y a medida que se acercaban se hacía mas evidente lo que parecía ser una isla. Sacaron los remos, para  impulsar la embarcación y con todas sus fuerzas, la hicieron  avanzar.  Enrique  ardientemente deseaba, pisar tierra, sé olvido de todo lo que le rodeaba y solo un pensamiento llego a su mente. ¿Si mi abuela, pudiera verme?, seguro seria la mujer más feliz del mundo. Ignoraban que no muy lejano de ellos, se encontraba la patulla guardafroteras, que impedía a los balseros tocar tierra. El bote avanzo rápido impulsado por los remos y la marea que estaba creciendo, hasta poder esconderlo entre los manglares de la isla a la que habían arribado. Caía la noche  y se acurrucaron unos al lado de otros, para poder descansar y evitar las molestas picaduras de los insectos .Taparon sus cuerpos con las mantas, que habían llevado, esperando que amaneciera. Tan pronto comenzó  a aclarar,un gran sentimiento de seguridad se apodero de el, amanecía .Observaron felizmente como los rayos del sol, se filtraban entre las ramas de los arboles de la isla .Y cuál no sería la  sorpresa, al ser recibidos, por varios pescadores, qué después de saludarlos le ofrecieron café. María, se sentía mucho mejor de la torcedura del pie, y  más tarde la llevaron al  hospital de Cayo Hueso.
Cuatro  años  antes, el padrastro de Enrique, había  llegado a la Florida, después de abandonar Cuba y  tenía noticias de los  diferentes intentos de  su hijastro habian fracasado, cuando queria abandonar el país.
El  mayor sueño  de este  joven era, poder jugar en las grandes ligas y con mucho esfuerzo, al final  logro entrar en un equipo de “Baseball”.con gran exito.  Ha ganado mucho dinero, jugando dentro de un equipo y practica todos los dias este deporte, que tiene millones de fanáticos en todo el mundo.
Un día decidió  llamar a su abuela, y le dijo,- que fuera a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos y solicitara una entrevista con el consul para poder venir  y encontrase de nuevo-. Colgó el teléfono  y sintió que su corazón, estaba lleno  con las dulces palabras de su abuela. Cerró los ojos y un pensamiento  le culmino  la vida: Abuela, mi querida viejita estoy seguro que- nos volveremos a ver-.    

    

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